Calle Kannikestra [ZdR] [Trama]

por **Master** Miér Jun 16, 2010 10:21 pm

Aviso: Este rol no es de tiempo real, sino que en un mismo momento se puede ir posteando día tras día sin que ocurra ningún cambio de tiempo.
Además de la calle peatonal Stroget, en Copenhague encontraréis también Kannikestra; otra calle de mismas dimensiones y en la que, además de tener infinitud de tiendas siempre repletas de gente, en Kannikestra se encuentran Our Lady’s Church y la Universidad. Sea la hora que sea, la calle siempre se encontrará bulliciosa e iluminada; no por nada es una de las calles más transitadas de Copenhague.

por **Master** Miér Jun 16, 2010 10:32 pm

La oscuridad se cernía sobre la transitada ciudad de Copenhague.
Entre los suburbios y los mejores barrios de la ciudad, ésta iba haciéndose cada vez más grande, más plena, más desarrollada y lo más importante, más imponente; con ésta imponencia, las blancas luces se encendían y hacían una lucha contra conseguir disipar la oscuridad del vespertino.

Uno de éstos claros ejemplos era la peatonal calle de Kannikestra, ésta era completamente peatonal y sus calles llenas de adoquines de piedra perfectamente pulidos, y algo removidos por el tiempo -algunos rotos-, conjunto a sus árboles, ahora, en flor debido al verano y sus edificios antiguos.

La brisa acarició los árboles como una madre que mece a su hijo; las ramas de éstos se zarandearon de un lado a otro sin ton ni son, y de repente, tras esa tranquila brisa, se comenzó a escuchar gritos, de forma lejana, como susurros al oído. Después esto se convirtieron en un molesto ronroneo que se convirtió en el griterio formado por pisadas, movimientos de carteles y mucha, mucha gente. Muchos gritos que aclamaban justicia.
Una revuelta.

Estas voces, indignadas por el destino que les había tocado, pedían una segunda oportunidad; y entonces, es cuándo te viene a la cabeza cierto titular de un periódico demasiado conocido en la ciudad.

Sí, exacto, el artículo redactado por Josh Delacroix sobre las tiendas y el poco movimiento del gobierno en su ayuda era el motivo de éste motín contra el propio destino. Y sí, la gente estaba demasiado indignada. Algunos sentían temor. Otros sentían rabia. Y quiénes poseían estos dos sentimientos se formaba un cóctel Molotov en sus propias mentes, y, terminaban acudiendo a ésta huelga.

Todos los que vayan a rolear, tienen que rolear como que ya estaban aquí; no habrá mayor aviso, si ven que su rol es borrado es porque lo han escrito mal.
TAMPOCO HACE FALTA SACAR A LOS PJS QUE ESTÉN ROLEANDO PARA ROLEAR AQUÍ, PERO QUIÉN QUIERA HACERLO, ALLÁ ÉL.

por **Kallendra E. Di Salvo** Miér Jun 16, 2010 10:42 pm

El aburrimiento y el saberse completamente sóla en su pequeño apartamento sin la más mínima compañía que una pequeña televisión de plasma -robada,claramente- la habían movido a salir a la calle en busca de algo. Haciendo gala de su repetitivo vestuario, se había ceñido al cuerpo un top de color violáceo y unos vaqueros rasguñados en diversas zonas estratégicas; que se ajustaba a su silueta a la perfección.
Siempre que salía sin motivo alguno, sus piernas se dirigían sólas hasta las calles más concurridas y bulliciosas de la viva ciudad. En ese caso, fue el turno de Kannikestra. A esas horas de la noche, bien se sabía que las únicas figuras que se distinguían en un ir y venir de transeúntes eran jóvenes; dispuestos a pasar una buena noche en compañía de los de su edad y del alcohol. Pero no, ella aquella noche no tenía el cuerpo para fiesta.

Llevaba ya un rato sentada bajo un portal apenas iluminado por el foco de una farola, viendo pasar a jóvenes y más jóvenes o en su defecto, a ejecutivos que volvían a casa después de un duro día de trabajo. Parpadeó varias veces cuando el murmullo de gritos de protesta y pisadas de lo que parecía ser una manada. Una muchedumbre molesta, cargada de pancartas y demás, avanzaba por la calle, clamando justicia. Ahí tenía su algo.

por **Cédric Grosvenor R.** Miér Jun 16, 2010 10:53 pm

Se encontraba a un par de metros lejos de unos bancos, hablando tranquilamente con alguien, tal vez su tío, por el móvil. Su concentración se hallaba solamente en el móvil, ni siquiera prestó atención a varias personas gritándose. Lo más seguro es que el novio de la tía le haya montado los cuernos y ahora quiere matarle. Le dio igual esto, y siguió hablando con dicha persona hasta que un intenso sonido hizo que dirigiera su mirada a una zona de la calle que se encontraba totalmente llena por varios vendedores. Hala, así que finalmente decidieron reclamar.

- Te hablo después -dijo, cerrando la tapa de su celular, mirando a los vendedores furiosos. Se tenía que ir de ahí para evitar que le dieran con una botella o algo. Se aleja un poco más de las personas furiosas, mirándoles asombrados.

por **Davis Cemuk Hondor** Miér Jun 16, 2010 10:53 pm

Caminé.
Tal como Machado decía, uno de mis poetas favoritos. Y no es de decir que la poesía me encante, es más, muchas veces me aburre, y tampoco soy de esos de <<No me gusta leerla, pero me gusta escribirla>> porque tampoco sé. Ni me interesa.
La luz era tenue, y apenas iluminaba algo sobre la larga y ancha calle peatonal.
Aquéllo estaba desierto, y a penas se escuchaban algún murmuro de las hojas o el sonido de las maderas crujir una tras otra.

Y seguí caminando, con el tomo de Machado en mano. Apenas llegaba hasta la mitad del antebrazo, y una tapa de color marrón oscura lo recubría. Y paré en seco.
Hasta entonces, no suspiré. Soledad. Era algo que llevaba anhelando éstas dos semanas, y además de las vacaciones, que estaban cerca; y el suspiro fue sustituido por la sonrisa. Dos por uno.

Entre el incluso ya, molesto silencio, comenzó a sonar algo. Pisadas. Mi desarrollado oído se puso en alerta, y el vello de los brazos se me erizó ¿Qué cojones...? Ahí es cuándo empezó a sonar aún más, y giré la cabeza, en un acto reflejo, a la entrada de la calle para ver masas y masas de gente con carteles de protesta, y, sin ni siquiera pensarlo, lo comprendí todo; una manifestación.

Intenté correr, pero me pilló antes de tiempo. Y en cuestión de segundos, no tenía ni santa idea de dónde estaba, ni quiénes eran, ni dónde me había metido.

por **Fawn D. Poynter** Miér Jun 16, 2010 11:08 pm

Después de la animada cena que había disfrutado con su madre había decidido despejarse y olvidarse de todo. Y con lo de "animada" se refería a un par de gallinas desplumadas crudas dispuestas a ser mutiladas por la rabia de su madre y que después, seguramente, o acabarían en el plato del gato del vecino o en la olla para hacer puchero el día siguiente. Lo malo era que su locura cada día iba a más, motivo para preocuparse por una vez en la vida por algo. Y, por si no fuera suficiente, ahora se encontraba enmedio de una manifestación. Una manifestación que la había pillado de pleno mientras deambulaba por esa calle arriba y abajo y que le interesaba menos que un espejo a la Duquesa de Alba.

- ¿Pero qué...? - comienza a decir, dando empujones y patadas a todo dios que se interponía en su camino, acabando tirada en el suelo en el borde de la acera, a escasos metros del bulto de gente.

por **Melanie R. Sanders** Miér Jun 16, 2010 11:23 pm

Melanie llevaba un rato sentada sobre el bordillo de la acera con un cigarro en las manos que se consumía lentamente. El humo del tabaco ascendía en espirales hacia el cielo nocturno plagado de estrellas, y la chica no miraba otra cosa que no fuera éso. Los anillos, los giros y los movimientos de serpientes perezosas la relajaban, y ésa noche quería hacerlo. De vez en cuando llevaba el cilindro a sus labios y le daba una pequeña calada, reteniendo un momento el humo para expulsarlo más tarde por la nariz, pareciendo un dragón, o por la rosada boca. A veces, una sonrisilla de paz tironeaba de sus comisuras. Apenas un par de personas paseaban por ahí, y poca atención les estaba prestando. No. Esa noche sólo estaba ella.
Bueno, ese era su deseo. Pero como todo lo que puede ir mal irá mal, éste se vio hcho cenizas. Como su cigarrillo. Adiós paz. Voces, gritos y pasos. Con un par de dedos se apartó unos mechones de ondulado cabello castaño para poder ver quiénes se atrevían a perturbar su momento relax.
Una multitud se acercaba, exclamando en busca de justicia. Y, a pesar de su disgusto, ver la determinación de aquellos hombres sacó su lado felino. Se puso en pie, tiró el cigarrillo al suelo y, echando la cabeza hacia atrás, rugió al cielo, como si fuera un león. El estruendoso gentío se llevó el sonido de su voz.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Miér Jun 16, 2010 11:35 pm

Kael llevaba varios minutos detrás de Melanie, a varios metros de distancia de ella. Se quedaba quieto, con la mirada fija en la nuca de la chica. Pudo mirar que por ahí habían un par de personas que conocía pero que era mejor ignorar. Ninguno era tan importante como que para él. Ahora sólo le importaba Melanie. El cielo estaba completamente lleno de nubes, unas nubes negras que daban un aspecto frío a la ciudad. Sube la mirada al cielo, y descubre más y más nubes, amontonándose cada una sobre la otra. Dios mío, es que últimamente este clima...
Se decide a hablarle a Melanie, que había decidido seguirle, y una sonrisa se ve pintada en sus labios, mirándola desde su posición. Conque se había decidido, ¿eh? Una risa se escapa de sus labios, sacando un cigarrillo y su mechero, dirigiéndolo a la boca y encendiéndolo.

- Sanders -dice su apellido con un tono de voz parecido al de la alegría, hasta que la mira levantarse, pero no se levantó por su voz, ya que lo más seguro es que el revuelo que se había alzado por aquella calle debió acallarlo. Observó a una extravagante multitud acercarse a ellos. Bien, por él que se llevaran a Sanders. Aquella revuelta debía de ser por lo del cierre de tiendas de hace varias semanas. Se aleja mucho más de la multitud que comenzaba a acercarse a ellos, estando como a veinte metros de lejanía.

por **Beca I. Kana-Basinas** Miér Jun 16, 2010 11:49 pm

Cargada con la mochila a la espalda y el archivador entre los brazos, tipica estampa adolescente, me había visto obligada a salir de la universidad cuando la mayoria de los estudiantes y profesores habían abandonado las clases alegando una extraña reunión. ¿Reunión? Reunión la leche, eso más que algo ordenado en lo que exponer las ideas parecia una huelga, una queja al mundo, al ministerio... Y a mi me gustan las quejas. Sonrio divertida al ver el tumulto de gente y, haciéndome un hueco entre ellos de una manera algo dificil, acabo llegando a un lado de la calle y apoyando la espalda contra la fria pared. ¿Cuál será el motivo para toda esta revuelta?

Pero la respuesta me cae del cielo como enviada por Dios, como una luz que logrará salavarme la vida... Nah, mentira, sólo em cae un papelito que parece ser un trozo de periódico sobre la cabeza. Leches, lanzan hasta carteles, que alegría. Soy rara porque estas cosas me gustan, lo sé, en realidad debería de sentirme frustrada y triste por la mayoria de los comercios ya que mi pequeña panaderia puede ser una de ellas. Pero mientras todo vaya bien y esten las puertas abiertas las horas necesarias, yo me dedicaré a mirar la revuelta con alegria y una cara extraña. Como alguno me pege un puñetazo verás, que aqui van todos muy cabreados.

por **Ce-L** Jue Jun 17, 2010 12:00 am

Llevaba todo el día metida en casa, trabajando en el último encargo que le había pedido su cliente, tecleando sin parar y sentada en la misma posición durante horas hasta sentir el cuerpo acartonado. Le dolían todos los huesos y notaba como si la cabeza le fuera a estallar. Tuvo que lavarse la cara y pestañear varias veces para volver a ver con claridad pues, como de costumbre, se le había hecho tarde sin notarlo y no había encendido ninguna luz, a parte de la que emitía la pantalla del ordenador. El oculista siempre le decía que al menos tuviera una lamparita cerca para que el resplandor no le diera directamente.

Por eso, en aquel momento caminaba por una de las calles más transitadas de Copenhague sin fijarse muy bien hacia donde iba. Ya ni siquiera sabía cuanto tiempo hacía que estaba caminando sin rumbo, ni tampoco le importaba. Su cabeza seguía pensando en el método en el que encontraría aquella maldita información necesaria para encontrar lo que andaba buscando.

De repente, empezó a oír unos ruidos estrepitosos que le interrumpieron el hilo de pensamientos, lo cual le dio mucha rabia. Apenas le sorprendió ver en el horizonte una hilera de personas que avanzaban amenazadoramente hacia delante gritando cosas inaudibles y alzando carteles al aire, pues la hacker no se sorprendía con facilidad. Aun así, no le hizo nada de gracia que cortaran la calle de aquella manera, odiaba las aglomeraciones.

por **Kallendra E. Di Salvo** Jue Jun 17, 2010 11:19 am

Quizás lo más sensato habría sido levantarse del escalón del portal en donde estaba sentada y escaparse rápidamente de aquel gentío que a pasos raudos se acercaba más y más rápido hacia donde estaba ella; y si no se apartaba, sería pisoteada, empujada y atrapada en aquella revuelta. Sí que se levantó del sucio portal, pero lejos de actuar sensatamente, esperó a que la muchedumbre se acercara hasta donde se encontraba; con una sonrisita de malicia que no podía ni con ella. Había que caldear el ambiente.

-¡Nadie hará nada para solucionar esta situación! ¡Dejarán que nos muramos de pobreza! ¡Quieren quedarse el poco dinero que queda para ellos! .-exclamó, siendo rápida y camuflándose entre la gente para que no supieran quien había gritado semejantes habladurías. Riendo divertida, itentó abrirse paso entre los centenares de personas y pancartas que ocupaban la calle; pero no predijo que aquello iba a ser tan difícil. Por muy bien que se le diera el esquivar a la gente, le estaba costando lo suyo el poder llegar hasta el otro lado de la peatonal calle. Menudas ideas se le ocurrían

por **Master** Jue Jun 17, 2010 3:54 pm

Cada vez, había más gente. Incluso se habían apoderado de portales, farolas, bares y ventanas. La gente comenzó a salir de su letargo nocturno para observar el gentío que se asomaba por aquél lugar. Y sus habitantes aún no daban crédito a sus ojos de lo que estaban viendo, y mucho menos, del porqué.

Una figura corría por callejones oscuros, por avenidas vacías llenas de luz y tiendas aún abiertas con multitudes de neones, por parques llenos de chopos y alcornoques hasta llegar a un sitio, que, sin darse cuenta, cruzó estando lleno de personas.
La calle Kannikestra era el lugar dónde ese caos se conformaba en un solo punto.
La figura suspiró, y paró. Los había perdido de vista. Llevó sus manos a sus rodillas y las dejó posadas allí, tomando aire lentamente y con mucha fuerza, comenzando a jadear.
Y algo le apretó por el hombro.

- Chaval. - giró la cabeza. <<Mierda>> fue lo único que le pasó por la cabeza - Aquí termina tu... - la figura volvió a salir corriendo hasta pasar por toda la masa con el hombre, vestido de policía -lógicamente era uno- y otro compañera suyo, sorteando varias personas y haciéndose un hueco entre ellas.
Otra vez sus planes habían salido del revés; pues un coche de policía se interpuso en su camino y le dejó inmovilizado, dejando tiempo a que los otros dos le cogiesen y lo aplastasen contra el capó del coche.

- Nombre.
- ¿Razón?
- ... Sino te lo sacaré a palos.
- Alphonse. - carraspeó, intentado despegar su cabeza del capó. La mano del policía no se lo permitió. - Alphonse Derek Arsoft-Dennau

por **Master II** Jue Jun 17, 2010 4:19 pm

El griterío exagerado que venía de una de las partes de la calle no le dejaba escuchar bien el partido de fútbol que se encontraba observando en uno de los televisores colocados en una de las partes más altas del restaurant. Aldous daba varios sorbos a su vino, dirigiendo de vez en cuando sus ojos a la llena calle. El escándalo era tan grande, que lograba que varios de los vidrios del local temblaran tímidamente. Pero lo que vino ahora no se lo esperó: gran cantidad de personas con carteles y demás cosas que daban por explicado de lo que se trataba. La revuelta de trabajadores, a causa del artículo del periódico que explicaba el cierre de docenas de tiendas alrededor de la ciudad.

Aldous pensó varias veces en salir de ahí, ya que dentro de poco, y lo podía predecir, es de que los trabajadores furiosos fuesen a invadir el local; rompiendo sillas y vidrios. No paga la cuenta, sino que sale sencillamente del loca, dirigiendo sus ojos asustados a la multitud que se avecinaba rápidamente hacia el lugar en el que se hallaba. Sale finalmente del local, llegando hasta una de las zonas más alejadas de la revuelta, pasándose la temblorosa mano por los cabellos. Pudo observar a alguien corriendo hasta ser detenido por un policía. Dicha persona tenía cierto aire familiar, pero no era capaz de reconocerle. Se queda a varios metros de lejanía entre la gente, esperando un acercamiento más para decididamente salir corriendo.

por **Fawn D. Poynter** Jue Jun 17, 2010 5:21 pm

Se levanta como puede, con todos los sentidos puestos en la multitud y en lo que la rodeaba, cual depredador. Nunca en la vida se había visto sorprendida por tal cantidad de gente, ni tampoco había experimentado lo que era que le diesen un empujón; siempre los esquivaba. Por eso no le gustaban los cambios: porque siempre ocurrían cuando ella menos se lo esperaba y cuando no tenía nada para contraarrestarlos.

Se aleja a paso rápido de allí, con la cabeza girada hacia un muchacho al que la policía acababa de arrestar. Si hubiera estado menos estresada hubiera ido allí y habría intentado meterse en follones con ellos -no por ayudar al chico, cosa impensable para ella, sino porque necesitaba descargar la ira que llevaba acumulada con alguien- pero, como no era el caso, se limitó a seguir avanzando sin perderse ni un detalle.

Y, como es normal cuando no vas mirando hacia donde vas, acaba chocándose con alguien, cayendo nuevamente en el suelo por segunda vez con las piernas, no sabía cómo, enrrolladas en las del chico. Alza la cabeza, con una mirada fría y desafiante, topándose con un chico un poco más mayor que ella y que parecía observar a alguien de entre la multitud {Kaelo}. Y se queda así, tendida en el suelo y mirándolo.

por **Master III** Jue Jun 17, 2010 5:24 pm

No había día desde que había llegado a Copenhague que no cerrara la cafetería a esas altas horas de la noche. En un primero momento tan sólo había querido abrir una pequeña y confortante cafetería donde la gente fuera las mañanas a desayunar y horas después a tomar el café de la media tarde; pero finalmente se había convertido aquello en una cafetería donde alojaba también a hombres de negocios que venían cada noche a ahogar sus penas. Alicia estaba ya más que acostumbrada a tirar a los borrachos antes de cerrar e irse por fin a su casa.
Pero aquella noche fue diferente. Después de tirar de la cafetería al último borracho de turno que no tenía donde caerse aquel día, el griterío y el susurro ensordecedor de centenares de pasos, hicieron que echara rápidamente el candado y fuera a ver lo que sucedía. Ni más ni menos una revuelta. Había leído sobre sus aclamaciones; pedían solución al cierre de tiendas.

Multitud de personas pasaban delante de ella con pancartas y estandartes de protesta, dejándose la voz con los gritos que resonaban desde sus gargantas. Pero algo le llamó especialmente la atención. En medio del gentío acumulado en Kannikestra, una figura masculina se abrió paso entre las personas, huyendo de los policías que corrían tras él. Fue un visto no visto, el rostro de aquel hombre se había quedado grabado en sus ojos con tal sólo un vistazo. No podía ser. De un momento a otro, echó a correr entre la gente, haciéndose paso entre las pancartas para llegar cuanto antes al coche de policía y comprobar si era él. Pero no podía ser, había muerto hacía ya muchos años atrás.

por **Neftis B. Lekker** Vie Jun 18, 2010 9:56 am

Salía de la universidad, con su bandolera al hombro, su maxicarpeta bajo el brazo y su recogido de pelo habitual -una maraña de pelo recogida con un simple lápiz- vamos, un peinado muy L.
Habían pasado un par de horas desde que los profesores les dijeran que podían abandonar el campus poque ese día era 'especial' ¿qué día no era especial para esos vagos? el simple hecho de saltarse clases era lo más parecido a un día normal para ellos, así que simplemente que les dijeran que podían largarse antes a casa lo hacía de un día completamente normal. El fallo estaba en la entrega de los últimos bocetos, el cuadro lo acabó el otro día, pero el tercer boceto para entregar se le seguía resistiendo.

Mientras iba pensando en como afrontar los primeros trazos surcados sobre la lámina, decidió acortar el camino de regreso a casa por Kannikestra. Al girar la esquina, muy a su pesar, una sensación, aunque ya familiar, muy desagradable, comenzó a retumbarle por la cabeza. Un torbellino de pensamientos se agolpaban sin sentido dentro de su cabeza.
Se llevó la mano a la sién y cerró los ojos de golpe, el dolor no se calmaba, solamente se intensificaba con el griterío provinente de el tumulto de gente. Gritos, quejas, maldiciones... ¡la cabeza le iba a estallar!
Se recostó en una farola, deslizándose levemente hasta quedarse finalmente sentada en el suelo, encogida y esta vez con las manos tapándole las orejas. Ese insufrible dolor no le dejaba pensar en enviar la frase "reacciona" de su cerebro a sus piernas para que estas salieran corriendo del lugar.

por **Melanie R. Sanders** Vie Jun 18, 2010 4:09 pm

Una voz a sus espaldas la llamó, pero ella seguía con su plan de hacerle el vacío al asesino. Por tanto, seguía con la mirada a toda la gente que gritaba y golpeaba el suelo con palos de madera, provocando un estruendo horroroso que a Melanie se le hacía curioso. Sus ojos azules brillaban de forma fiera, como si ansiara unirse a ellos. Tras las palabras de un anónimo que no llegaron a sus oídos, la multitud volvió a chillar con más fuerza aún. Y Melanie tuvo miedo, por primera vez en mucho tiempo.
Sino se daba prisa en apartarse, la gente se le echaría encima y vete tú a saber qué quedaría de ella. Trastabilló hacia atrás y tropezó con la acera, estando a punto de caer. Cada vez estaban más cerca, y sólo se le ocurrió una vía de escape. En esos momentos no era muy racional, y poco se acordó de su intento por evitarlo. Dándose la vuelta, corrió hacia donde estaba Kael y se colocó detrás suya, pasando los brazos por su cintura y pegándose completamente a él para ocultar su cabeza en su espalda, como un niño pequeño que estuviese asustado. Cuando se dio cuenta era demasiado tarde, y se quedó paralizada del asombro. Sus labios rosados formaban una perfecta o, mientras que sus ojos azules brillaban con miles de sentimientos indescifrables. ¿Qué había hecho? Y lo peor era que no podía moverse del asco por lo ocurrido.

por **Eve J. Wickham** Vie Jun 18, 2010 4:29 pm

Ese había sido un día agotador. Después de pasar toda la mañana en la Universidad, sentada en esa horrible silla hora tras hora, memorizando leyes e intentando buscar un sentido a la sociedad del momento, había tenido que pasar también toda la tarde en la oficina, ya que una llamada urgente cuando por fin estaba en el coche que me llevaba a casa, me había obligado a ir.

Me encontraba andando por las calles del centro de la ciudad, tras salir de la oficina. No había querido que el coche me recogiera, pues el simple hecho de caminar por Copenhague me relajaba mucho más que media hora de masaje. Hablaba por el móvil con mi padre, a quien no quise decirle dónde estaba exactamente por miedo a que mandara a alguien a buscarme. Aunque hubiera relajado sus normas a raíz de mi mayoría de edad, seguía siendo odiosamente protector. ¿Qué me iba a ocurrir en una calle tan familiar para mí, que ni siquiera estaba oscura y donde nunca pasaba nada?

La respuesta cae del cielo, más bien se acerca por una de las calles con las que está comunicada Kannikestra. Colgué rápidamente el teléfono, mientras un griterío se acercaba cada vez más. Multitud de personas llega a esta calle, enfurecidas. Se trata de una manifestación, una revuelta. Pero, ¿qué les pasaba? En seguida, recordé el titular del periódico que había visto a mi padre leer hacía un par de días y que no había vuelto a ver por la casa; tenía curiosidad por leerlo, ya que a mi padre le había puesto de tan mal humor la noticia.

Intenté apartarme de la masa de gente, pero en seguida me vi arrastrada por ella. No podía salir de allí. La multitud, ciega de ira, parecía que no se detendría nunca, y temí por lo que pudiera pasar. Observaba la escena aterrada, pues nunca me había visto envuelta en algo semejante. Deseé en ese momento que el coche me hubiera recogido.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Sáb Jun 19, 2010 12:45 am

Tan asombrado estaba de la extravagante multitud, que ni siquiera se inmutó al sentir a una chica impactar con él. Su mirada se tornó un poco confusa al mirar a un hombre muy parecido a él ser empotrado en un auto. Vale, ¿es que todos en esta ciudad eran su reflejo? Ignora a este hombre, centrándose de nuevo en la chica que se había caído. No iba a dejarla ahí, y si hubieran estado en otra ocasión, pues tal vez se la ligaría. Se agacha lentamente, levantándola con gracilidad. La miró de arriba a abajo. Hala, qué guapa. Pero aquellos no eran los momentos más buenos para enamorar. Le dice a la chica un simple "Lo siento, hermosa" y vuelve a mirar a la llena multitud que se acercaba cada vez más.
Pero lo que vino ahora no se lo esperó.

Miró con un poco de asombro a Sanders que corría y se escondía detrás de él. ¿Qué Demonios se ha fumado? Piensa. Y se asombra más cuando se pega a él por detrás y... pega su cabeza a su espalda. Kael no se atreve a mirar, se queda paralizado ante la reacción de Melanie, hasta que decide girarse, mirándola con desprecio.

- ¿Qu... Qué se supone que haces cerca de mí? ¿No me odiabas? Pues si ahora quieres algo, ya pasó tu turno, al menos que hagas algo demasiado importante para mí como para que seas una beneficiada de mis servicios -espetó de mala gana. Pero aún así no iba a dejar que fuera pisoteada. Volvió a quedarse donde estaba, protegiéndola.

por **Melanie R. Sanders** Sáb Jun 19, 2010 12:59 am

Seguía paralizada, estática. No podía mover un solo dedo de puro asombro. Lo odiaba con todas sus fuerzas, se lo había dejado muy claro, pero ahora no podía apartarse de él. ¿Por qué se había ido a resguarecer detrás suya? ¿No podía haber buscado una farola? No lo entendía. Así que, para no comerse la cabeza, decidió pensar que lo que pasaba era que como era la única persona a la que había reconocido había pensado en él automáticamente. Todo de forma irracional. Además, también estaba ese tremendo parecido a Joshua, que la seguía atrayendo aún a su pesar. Cuando el chico se giró entre sus propios brazos, haciendo que quedaran pegados casi por completo -pues ella aún no lo soltaba-, cerró la boca y endureció el rostro, guardando toda la dignidad que pudiera. Pero sabía que acababa de echarlo todo a perder. Y seguía sin poder moverse. ¿O sí? Tal vez era todo psicológico. Poco a poco consiguió aflojar el abrazo, pero no logró desenganchar ambos brazos de su cintura.
Sus palabras le hicieron sonreír de forma burlona. Creído. Que quería algo con él, decía. Quería protección, pues era tan delgadita y flojucha que sabía que no podría luchar contra la marea de gente. En cambio, Kael era fuerte y le inspiraba seguridad, por muy capullo que fuese.
-¿Qué te crees? No te necesito, por mucho que pienses que todas están a tus pies -su tono de voz fue todo lo duro y orgulloso que pudo, estando en claro contraste sus palabras con sus actos, porque no podía moverse. Si lo hacía, los protestantes se la cargarían. Si no hubiera estado tan enfadada consigo misma, tal vez se habria fijado más en las personas de allí, y en Fawn.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Sáb Jun 19, 2010 3:04 pm

La cercanía entre ambos le causaba un sentimiento de bienestar. Pero tampoco comprendía el porqué. Él también la odiaba a ella, era la única mujer que se había ganado aquellos tratos hostiles que Kael le daba. Pero algo dentro de él le decía que la besara, que saboreara aquella seductora boca que tenía a sólo centímetros de la suya. Él también estaba inmóvil, como si ambos estuvieran pegados por una extraña fuerza magnética que impedía que se moviera. Al final, cuando Melanie habló, Kael reaccionó, cambiando el semblante de la cara, a uno completamente inexpresivo.
Y si no le necesitaba, ¿para qué Demonios estaba detrás de él? ¿Es que acaso él era el protector de Copenhague? Pues si era por él que pisotearan hasta la muerte a Melanie, no le importaba. Aunque también creía que era mejor callarse en aquellos momentos y disfrutar, disfrutar de tenerla tan cerca de él como las hojas a un árbol.

- ¿Y para qué estás detrás de mí? ¿Acaso me ves un cartel de guardia de seguridad o qué demonios? -Pregunta con exasperación, amarrándola él también con sus dos brazos, impidiendo algún movimiento peligroso que fueran dirigidos a sus jues- ¿No era que te daba asco? ¿No era que para ti era un sopenco que lo único que va es de flor en flor? Pues si crees eso, no estarías buscándome para protegerte detrás de mí. ¿Tan a la defensiva vas con tu orgullo? Pues te creía un poco menos infantil, ya que te comportas como adolescente que lo único que busca es a un hombre para que la defienda, que no sabe enfrentar algo -concluye, separándola un par de centímetros del suelo, dejándola a la perfecta altura de sus labios-. Al Diablo, Sanders. -Y sin su permiso, beso en los labios. Pero unos besos tan tranquilos y gráciles, que serían capaz de que hasta ella, ¡ella!, terminara arrodillada a sus pies.

por **Melanie R. Sanders** Sáb Jun 19, 2010 3:28 pm

Como si sintiera una vergüenza tremenda, apartó la cabeza para no tener que mirar al chico a los ojos. Unos ojos que le traían demasiados recuerdos que preferiría, sin duda, mantener encerrados en el interior de su cabeza. Además, unos que le producían miles de sentimientos enfrentados. Cuando lo miraba tenía ganas de golpear y besar, matar y abrazar, insultar y acariciar. Todos ellos irreconciliables, pues no hay un punto intermedio entre el odio y... bueno, no el amor, pues Melanie no sentía éso, si no más bien el cariño. Cariño que evidentemente no se había ganado Kael, sino su doble muerto y sepultado.
Cuando el chico habló, sin saber muy bien cómo, sacó dignidad de donde no la había y consiguió volver a mirarlo a los ojos, con los suyos azules brillando de rabia. Porque tenía razón en muchas cosas. Le daba asco, pero buscaba su protección. Se comportaba de forma orgullosa e infantil. Y lo creía un zopenco. Pero se equivocaba en lo último. Ella sí sabía enfrentar los problemas, lo había hecho desde siempre. Unos brazos la rodearon, impidiendo que se moviera. Estaba atrapada por su propia armadura. Y, tras unas palabras que le recordaron tremendamente a Joshua, se encontró en el aire con unos labios sobre los suyos.
Y, sin saber por qué, correspondió el beso, enredando sus piernas en la cintura del chico para no tener esa horrible sensación de inestabilidad. Por unos momentos se encontró besando de nuevo a Joshua, pero después volvió a la realidad, y de nuevo el asco pudo con ella, pero esta vez mezclado con algo que no sabía lo que era. Con una mano agarró un mechón de pelo de Kael y tiró hacia atrás, intentando liberarse. Pero había caído antes de saltar.

por **Fawn D. Poynter** Sáb Jun 19, 2010 4:38 pm

Todavía algo descolocada y enfurismada por el choque, deja que el muchacho la levante y le dedica una mirada penetrante, antes de alejarse de él y de Mel, la chica del restaurante, y de la escenita que estaban teniendo. Pronto aquella ciudad se convertiría en una depredadora que infundía los ideales de los programas del corazón a todos sus habitantes, cosa que no sucedería estando ella viviendo allí.

Concentrando nuevamente su atención en el coche de policía que había unos metros más allá y en el chico al que habían arrestado, se da cuenta de que algo raro ocurre. Llamémosle instinto o sexto sentido, pero había algo extraño en aquella escenita. Había o habría. Así que, sin perder un instante, camina con pasos seguros pero tranquilos hasta apoyarse en una farola situada a escasos metros de donde se estaba desenvolupando aquella curiosa escena, atenta a todo lo que pasaba pero sin intervenir. Vio acercarse a una muchacha corriendo por el rabillo del ojo, pero no se dignó a apartar la mirada del chico arrestado o lo que fuera que estuviese.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Sáb Jun 19, 2010 7:40 pm

Tenía la cara tan dura que era capaz de darle la cara. Ni Kael era capaz de tal cosa, pero ni se ocurre soltarla; sencillamente deja que hable, pero dichas palabras esperadas no son soltadas. Se había quedado en silencio, un silencio que para Kael era lo más aturdidor posible. Ya no existía nadie. Sólo ellos. Ya no existía humanidad, ambos parecían hipnotizados por el otro; en una posición comprometedora. Todo era silencio, nada se movía para sus azules ojos; todo se encontraba hallado en Melanie. Los sentimientos que se hallaban sobre él eran el odio y el cariño. El deseo y la repugnancia.
No pudo creer lo que había pasado ahora. Era tan... loco que pensaba que estaba en un sueño. Sanders había aceptado su beso, por muy loco que pareciera. ¿Por qué? ¿Por que era la viva imagen de Joshua? ¿Por que le recordaba sus besos? Él por supuesto, aceptó el beso gustoso, sin hacer caso al ruido que tenían cerca, a las demás personas que les miraban. Hasta que sintió un fuerte jalón de pelo. Zorra.

- No sabes ni lo que quieres -espeta tajante, sin soltarla-. ¿Por qué aceptas mi beso? ¿Ah? ¿Por recordarte a Joshua? Pues déjame decirte, que no quiero que me beses de ese modo si te recuerdo a un muerto -dice en un susurro amenazador-. ¿Crees que es por eso? ¿Lo crees? -Miles de preguntas sin respuestas- Pues creo que lo haces más que por deseo a mí que por O'Keefe. -Engreído.

por **Melanie R. Sanders** Sáb Jun 19, 2010 8:03 pm

Jadeó en busca de aire cuando sus labios estuvieron libres, soltando la cintura del chico y volviendo a estar sobre sus dos pies, pero aún retenida por los brazos de Kael. Ella ya no tenía los suyos rodeando su cintura, ahora los cruzaba sobre el pecho para evitar volver a cogerse al chico. No podía buscar su protección porque no era su chaleco salvavidas, ni lo sería. Ella lo odiaba. Entonces ¿qué hacía abrazándolo? Y más horrible aún: ¿qué hacía besándolo? Porque no podía ser tan ilusa como para intentar convencerse de que sólo lo hacía por su parecido con Joshua. Por mucho que no se notara, para ella estaba claro que no era así.
Sus palabras le dolieron, porque volvía a llevar razón en algunas cosas. No tenía ni idea de lo que quería. Estaba completamente perdida. Y también tenía algo de verdad la última frase, aunque no era del todo correcta. No supo cómo reaccionar, y optó por lo más fácil.
-¡Cállate, joder! ¡Cierra el pico! -exclamó, golpeando el pecho de Kael con ambos puños pero escasa fuerza. Al no querer mirarlo dirigió sus ojos hacia la lejanía, concentrándose en un hombre que estaba hablando por un policía. O éso parecía desde allí. No sabía qué hacer con sus ojos, pero tenía claro que no quería mirarlo a él.

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