Re: Cementerio de Assistens [ZdR]

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Sáb Jun 12, 2010 4:03 pm

Cuando se levanta, lo único que observa es... Oh, Dios mío: estaba viendo a una Diosa Griega. La hermosura de la chica le dejaba atónito, cosa que verdaderamente le sorprendía. Su mirada se torna casi embobada. A esta le tendría así fuera a la fuerza. El frío recorría ligeramente por el cementerio, y las bordes palabra soltadas por semejante diosa que tenía delante no hacían mella en él. Ésta tía era como él. Era prácticamente una delincuente. Bien, se había conseguido a alguien de su misma "raza." Sus ojos iban desde su espalda hasta su trasero, centrándose con cara indiferente pero que a la vez delataban perfectamente sus intenciones como él quería. Siempre era mejor saber a qué venía, no se comería cuentos baratos y mucho menos mentir.

- ¿Y por qué no debería de interesarme, preciosidad? -Pregunta con el mismo tono de voz que antes, mostrando una encantadora sonrisa. Vaya, que la chica era rápida de captar. Da un par de pasos hacia atrás, subiéndose a una lápida de, tal vez un metro cincuenta. Por Alá, ¿se habría muerto ahí un político muy venerado acaso? .__. La mira como águila a la serpiente, acechando, peligrosamente acechándole, esperando el mínimo punto de debilidad para que él pocediera a "hacer el trabajo sucio"- Tal vez sí, tal vez no. Muchas cosas pueden rondar en la mente de una persona -contesta, dejando en claro que podría ser alguna de las dos opciones dadas por la rubia.

por **Kallendra E. Di Salvo** Sáb Jun 12, 2010 4:20 pm

No había caído en la cuenta de que, al sentarse en la sucia lápida aquella, toda la parte trasera de sus shorts. Maldijo entredientes a la vez que se sacudió aquella prenda de ropa, sin importarle el tío que había venido a molestar. ¿Por qué siempre se tenía que topar con aquel tipo de hombres? Podían ser todo lo guapos que quisieran, tener el cuerpo de una escultura griega, pero tenían el ego por las nubes. Siempre tenía que haber un defecto y, en aquel prototipo de muchachos, su problema era el narcicismo que poseían.
En el momento que se giró, pudo ver como los ojos del rubio estaban fijos en donde su espalda perdía el nombre. Chasqueó la lengua a la vez que los dedos, para llamar su atención y que dejara de mirar a donde no debía.

-Porque no .-respondió tajantemente, cruzándose de brazos. ¿Estaba intentando jugar con ella? Porque no lo iba a conseguir; era la castaña la que se encargaba de tomar el pelo a aquel tipo de jóvenes, y éste no iba a ser la excepción. Sus ojos no perdieron detalle de los movimientos del mayor, haciendo caso omiso de las miradas que le lanzaba éste. No pensaba convertirse en su presa; porque eso era lo que quería trasmitir su mirada: que él era el cazador y ella su presa.-Pues si no tienes nada mejor que hacer, márchate .-espetó.

Sin dudar, se acercó hasta donde se había subido el rubio, dejando un par de metros de distancia entre ambos, mirándole desafiantemente.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Sáb Jun 12, 2010 7:23 pm

Vale, vale, que la chica era difícil de tener. Pero no importaba. Pasa una de sus manos por sus rubios cabellos, acurrucándose un poco más de lo que ya estaba en su chaqueta. Sus ojos vagaban por el rostro y por cada una de las zonas visibles de su cuerpo. Pero algo no podía negar: y es que la chica quería hacerse la dura cuando jamás podría, y menos con Kael en frente. Ella creía que sus bordes comentarios le alejarían las ideas que tenía formuladas en su mente. No, estaba muy equivocada de que Kael se iría sin ganar lo que él quería. Estaba muy equivocada.
Una simpática sonrisa se dibuja en su rostro. Y lo más extraño de la situación es que nadie comprendería lo "gracioso" o lo "bueno" de aquella situación. Eso era algo que Kael comprendería él solo, sin que nadie pudiera borrarle la sonrisa, ni siquiera con un manotazo.

- Tienen que haber razones -ataja, cruzándose de brazos, transformando su sonrisa en una mueca de indiferencia. Sus ojos habían cambiado, de divertidos, a serios y calculadores-. Razones hay para todo, aunque no lo creas -sisea, pasándose la lengua por los labios. ¿Que se marchara? ¿Y más o menos qué le sucedía? Kael no comprendía su actitud apática, pero no iba a perder la oportunidad de tener algo con ella. Es más; sabía quién era. Era una de las que se hallaban en una de las bandas más buscadas en aquella ciudad. Era prácticamente de una "mafia"-. Ya decía yo que tu cara se me hacía conocida -reconoce, posando una de sus manos en su barba de tres días-. Estás entre una de las mafias más buscadas de esta ciudad. Eres Kallendra Di Salvo. Sí, he conseguido a alguien que está casi a mi nivel -comenta, rascándose ligeramente su barbilla.

Y entonces algo ocurre, la rubia se acerca a él, dejando un par de metros de separación entre ambos. Por supuesto, iba a aprovecharse de eso. Se baja de la lápida, acercándose lentamente hacia la delincuente, agachando un poco la cabeza, dejándola a la altura de la de la chica. Una sonrisa se dibuja en sus labios, que no iba de maravilla con la pinta de mala leche de Kallendra. Sus ojos azules estaban incrustados con los de ella. Azul con azul.

- ¿Qué?

por **Kallendra E. Di Salvo** Dom Jun 13, 2010 10:47 am

El aire que hacía desde que se había levantado de su cama y abierto la ventana, se había vuelto más frío a la vez que molesto. Pero Kallendra apenas demostró que el cambio de temperatura había hecho mella en ella, aún llevando unos sencillos shorts y una camiseta de tirantes. Quizás si que se había vestido muy veraniega, pero no pensaba dejar ver al otro ningún tipo de debilidad en su persona. Aquel rubio no le hacía ni pizca de gracia. Apartó los mechones que hondeaban libres por delante de su rostro, siendo ahora ella también la que analizaba sin pudor al rubio; recorriendo su cuerpo de arriba a abajo. ¿Acaso todos los hombres atractivos llevaban colgados en la frente el cartel de cabronazo?
Chasqueó de nuevo la lengua cuando en el rostro del rubio se dibujó una especie de simpática sonrisa. ¿Había contado un chiste para si mismo interiormente? Porque ella no entendía la gracia del asunto.

-Pues yo no tengo razones para responderte .-quisiera o no, con este tema estaba dándole bola al mayor; consiguiendo que entrablara una conversación con ella. Y eso no iba a ser, había que cortar por lo sano.-O si que tengo razones y no te las quiero dar. ¿Sabes? No me caes bien, así que no tengo porque dar explicaciones a alguien que me cae así .-zanjó, a la vez que asintió con la cabeza para reafirmar sus palabras.
Entrecerró los ojos y arrugó la nariz en el momento que dijo que sabía quién era ella. ¿Desde cuándo era ella conocida por un tío normal? Éste debía de pertenecer a algo de lo suyo; o al menos, moverse en un ambiente parecido al de ella.-¿Y quién eres tú y cómo sabes quién soy? .-exigió saber, para salir de dudas.

En cuestión de segundos, el rubio pasó de estar sentado sobre aquella lápida a estar a menos de un metro de ella, agachando la cabeza para que estar a la altura de la de ella. ¿Acaso quería...? ¿Creía que con esa pinta de malote iba a caer a sus pies? No, estaba muy equivocado; si alguien tenía que caer, ese iba a ser él. Lo iba a tener comiendo de su mano. Mordisqueó su labio inferior para después sonreir desdeñosamente.

-¿Intentas... intimidarme? .-inquirió. Sin apartar la mirada de la del rubio, hasta el punto de ni parpadear y deslizó una de sus pequeñas manos por el brazo del mayor, sin añadir nada más.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Dom Jun 13, 2010 2:58 pm

Kael se quedaba quieto, a la misma altura de la cara de Kallendra. Vaya, es que su reputación en el mundo de la delincuencia por ahora estaba por los suelos. Pero a este punto ahora no le daría importancia (ya que más tarde se encargaría de matar a una familia y volver a estar arriba =D). Los azules ojos de Kael miran a Kallendra, que lo más seguro es que comienza a tener frío. Pero el frío se le iba a quitar ahora, que con lo que tenía pensado hacer con ella, calienta hasta el más frío polo...

- ¿Y se puede saber cuáles son? -Pregunta, intentando que su comentario le moleste- Es una pregunta que cualquier ser humano puede contestar sin ningún tipo de problemas, Di Salvo. Sencillamente te he preguntado si era tu padre o no; no te estoy haciendo un examen de física nuclear -sisea, cruzándose de nuevo de brazos. Y entonces le pregunta justo lo que estaba pensando en esos momentos: Que de dónde sabía todas aquellas cosas de ella. Pues no iba a decirle que era policía, y además, ambos compartían el mismo punto de vista-. Te conozco porque yo también estuve en dicha lista. Sí. Kael Baker-Arnolth, canadiense hijo de mafioso. Detenido varias veces por asesinato a modo cruel, vendedor de drogas, destrozo de propiedad, y otras cosas. Estuve por cinco años, pero me desvanecí por completo de las autoridades. Es más, han dimitido mi búsqueda, ya que es inútil buscarme si voy a hacerles la vida miserable -contesta con cada uno de los detalles posibles. Era verdad, habían pasado cinco años y ya ni se molestaban en buscarle. Pues por él mejor, así no tenía que estar cambiándose todo el tiempo de casa ni nada por el estilo-. También te he visto en el pub en el que trabajo. En el que va toda la peña mafiosa, drogadicta, putas y blablabla-comentó, mirándola desde su posición.

Y entonces ocurre lo que él esperaba. Ésa pregunta, ésa sonrisa, ése roce entre ambos era lo que tenía pensado en aquellos momentos. El tono de voz que Kallendra era un tanto meloso. Su cabeza va dirigida hacia su brazo tocado por la rubia. Vale, que aquello no se lo esperaba. ¿Primero decía que le caía mal y ahora se le insinuaba? Pues qué buena suerte tenía con las féminas. Su mirada se torna deseosa, provocativa y lujuriosa. Por supuesto, se acerca a Kallendra, descendiendo hasta su cuello, dándole besos por doquier.

por **Kallendra E. Di Salvo** Dom Jun 13, 2010 3:53 pm

¿Acaso la acababa de llamar tonta por toda la cara? Sí no quería decirle sus razones, sus motivos tendría; aunque estos realmente se resumían en dos: porque no tenía ninguna razón consistente y porque no le daba la gana. Y a cabezota no le ganaba nadie. Los azules ojos de ambos se encontraban fijos en los ajenos, en un duelo de miradas que parecía no querer terminar y ganaría quien consiguiera intimidar al contrario.

-No, no se pueden saber .-gruñó, cerrando los dedos entorno a las palmas de las manos, formando un puño con cada una. Ese hombre la sacaba de quicio.-NO, no era mi padre sino un antiguo amigo, ¿contento o necesitas saber algo más? .-al final decidió responder; así al menos ya dejaría de incordiar con tanta preguntita.
Esperó impaciente a que el chico respondiera; ya tuvo el otro día un encontronazo con un supuesto policía que la había chantajeado y esperaba no haberse topado con otro. No estaba con amigos de salir corriendo ni de ser chantajeada de nuevo. Aquello fue una primera y única vez, no volvería a pasar algo parecido en la vida.
Cuando comenzó a hablar, diciendo su nombre y cuáles fueron sus antecedentes; lo miró con otros ojos. Claro que sabía quien era ese rubio que tenía delante, como para no haber oído de él. Menuda sorpresa. Pero igualmente, no pensaba que aquel chico se saliera con la suya; el juego acababa de empezar y ella saldría victoriosa.-¿Con qué tú eres el famoso Kael? Vaya...yo siempre te había imaginado como alguien más...¿Bruto? ¿Imponente? .-se encogió de hombros, sin más.

Quizás no debió de ser tan drástica, pero ya no había vuelta atrás. Había adoptado desde minutos atrás un papel más meloso, coqueto; y ahora debía de continuar. Soltó una pequeña risita cuando los labios del rubio descendieron hasta su cuello, el cual empezó a ser besado de manera incansable. Llevó sus manos hasta el rostro del mayor e hizo que separara su boca del bronceado cuello, para ser ahora ella la que dirigiera sus labios a los del chico, iniciando un candente y profundo beso.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Dom Jun 13, 2010 4:11 pm

Había obtenido respuesta, mientras que sus labios vagaban sin rumbo por toda la extensión del cuello de la chica. De vez en cuando daba leves mordidos, que eran acompañados con leves lamidas. Olía muy bien esa chica, y en verdad agradecía el hecho de que finalmente pudiera conquistarla. Kael, sin embargo, oía las demás palabras como si estuvieran lejos, como si Kallendra le hubiera hablado a un kilómetro de distancia. Pero algo sí pudo oír perfectamente: "Yo siempre te había imagiando como alguien más... ¿Bruto? ¿Imponente?" ¿Quería que fuera imponente? Pues en la cama lo era, y bruto también.
Camina lentamente hacia un árbol bien grande, que podía tapar perfectamente a ambos. En el cementerio no había ni un alma, y eso lo agradecía. Sus besos se detienen un poco, pensando aún en lo que había dicho Kallendra. Vale, que cuando él era intimidante lo era, y bruto también. Por supuesto, no iba a hacerlo con una dama. Kael lo único que quería de las féminas era sexo y ya. Ni dinero ni nada por el estilo. Se sienta en el frío suelo de tierra, poniendo a Kallendra sobre sus piernas.

- El mismo, rubia -reconoce con indiferencia, deslizando sus manos por la espalda de la mujer-. Es que en estos momentos he decidido retirarme del asesinato. Aunque mi último muerto fue hace como un mes. Creo que salió en las noticias y todo -comenta entre jadeos, prosiguiendo con los besos. A ver, ¿estaba seguro de lo que decía? ¿Es que ya no imponía respeto? No, ¡claro que no! Él seguía siendo respetado dentro de la mafia de Copenhague. Y nadie, ni siquiera el mejor mafioso del mundo, le quitaría su puesto.
Entonces, Kallendra une su boca con la de él en un profundo y deseoso beso. Él, por supuesto, prosigue con el acto, metiendo sus manos en la camisa de tirantes de Kallendra, dándole suaves caricias con las yemas de sus dedos. Algo le decía que hoy se la pasaría de maravilla.

por **Kallendra E. Di Salvo** Dom Jun 13, 2010 4:36 pm

En su interior, maldijo al rubio que tenía en esos momentos recreándose con su estilizado cuello; el maldito sabía muy bien como usar esa parte de su cuerpo, los mordiscos y lamidas que estaba recibiendo hacía que flaqueara. Ladeó la cabeza para que tuviera más sitio donde besar; por el momento lo dejaría estar, más en adelante tomaría control de la situación y cuando menos se lo esperara...Lo dejaría ahí tirado, con un calentón del quince y ella se volvería tan campante a su apartamento; donde le contaría a grandes rsasgos a Caleb lo ocurrido con aquel rubio. Sería muy cómico que la gente de su calaña supiera que ella, Kallendra Di Salvo, había dejado con las ganas al tan conocido Baker-Arnolth.
Se mordió el labio inferior a la misma vez que respiró profundamente por la nariz; el chico había encontrado una zona especialmente sensible en la base de su cuello. El rubio los llevó hasta detrás de un enorme y frondoso árbol, sentándose él en el suelo y colocándola a ella en sus piernas. Se estiró cual felino y se arrejuntó más a él, con una pícara sonrisa.

-O quizá ya te estés volviendo mayor y quede menos para retirarte .-murmuró, cerca de su oído. A los hombres con ese tipo de oficios nunca le sentaban bien ese tipo de comentarios
Sonrió interiormente cuando el rubio correspondió a su beso y, enseguida le retiró la chaqueta que cubría su cuerpo. De manera rápida y ágil, separó sus labios de los de él y tapó los ojos del chico, fuertemente .-Ahora empieza lo bueno...-murmuró insinuantemente, siendo ella la que empezó a besar el cuello del mayor.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Dom Jun 13, 2010 10:04 pm

Verdaderamente, con los besos que le daba a Kallendra les sentaban de maravilla. Ya había olvidado por completo lo dicho anteriormente; ahora estaba centrado en darle placer a la chica. Sus manos cada vez eran más rápidas en la tarea de acariciar la espalda de la mujer. Ya era de noche y no tendrían ningún inconveniente en... Dicha tarea que más tarde darían a utilizar. Pero algo dentro de Kael le decía que se anduviera con ojos con Kallendra. Este angustiante sentimiento vagaba por su cabeza como camello en el desierto. ¿Estaría pensando dejarle con el calentón? Kael había presentido aquellos minutos antes de encontrarse en aquella posición en la que estaba ahora.
Sabía perfectamente que a Kallendra le resultaba gracioso lo que había dicho. Pero a él, verdaderamente, no le hacía ni pizca de gracia. Por un momento dejó de besarle, pensándose en asesinarla o quedarse tranquilito y cooperando sin ningún tipo de problemas. Vamos, que el pensamiento de traición por Kallendra parecía impactarle. Es más, tenía pensando ~~violarla~~ tener un paso en frente antes de que ella huyera. Si es que lo iba a hacer.

- Qué graciosa -ironía pura y dura de Baker, seeñorees-. Kael Baker-Arnolth seguirá en sus andadas aún en el infierno -dice en un leve siseo, introduciendo de vez en cuando su lengua en la boca de la chica. Le encantaba lo que estaba haciendo. Saborear cada parte que podía del cuerpo de la chica. Pero aún estaba prevenido. Y cuando le quita la chaqueta, un plan supermegaguay se forma en su macabra, canadiense, americana, ilustre, fría y mortalmente inteligente cabeza.
Deja que su chaqueta caiga "disimuladamente hacia atrás de Kallendra. Sin que esta se diera cuenta efectúa el movimiento, incorporándose para dejar que sus manos lograran tocar su chaqueta al más mínimo acto de traición. La idea era, de que si Kallendra huía, se tropezara, Kael la amarraría y "AUPÁ (//)". Estaba tan seguro de una inminente traición, que su sonrisa se hacía más grande al son de los segundos. Deja que sus ojos sean tapadas, con las manos listas y en posición, sintiendo la lengua traviesa de Kallendra corretear por su musculoso cuello.

por **Kallendra E. Di Salvo** Dom Jun 13, 2010 10:42 pm

No podía negar que el rubio era muy bueno con el trato a las mujeres, las manos de él sabían como acariciar y en esos instantes lo estaba comprobando pues éstas se encontraban en su espalda, por dentro de la camiseta. El frío que había sentido minutos atrás se acababa de esfumar con tales simples gestos. Porque en su mente tenía la firme idea de dejar ahí tirado al mayor con el calentón, que sino, se quedaría ahí a disfrutar de lo que el hombre quería proporcionarle.
Hubo un momento en que la boca del más alto se separó de la de ella ¿qué pasaba? ¿Acaso tenía problemas de funcionamiento del aparato reproductor y necesitaba tranquilidad y mente fría para ponerse a tono? Una sonrisa socarrona apareció sin más en su juvenil rostro. Pues ella necesitaba al chico bastante abstraido para llevar a cabo su plan.

-Ya sé que soy graciosa, no hace falta que me lo digas .-esbozó una sonrisita chulesca, marca Di Salvo. Pareció que después de eso, la cosa volvió a su cauce o al menos eso es lo que daban a entender los besos tan fogosos y lujuriosos de los que eran partícipes los dos. Quisiera o no, la chica caía y se deshacía a la vez del 'embrujo' de ese rubio.
Estando como estaba de concentrada en tapar los ojos al chico, ni cuenta se dio de la acción que cometió éste al mismo momento. Su boca retomó su trabajo; besando, lamiendo y mordisqueando el musculoso cuello que pertenecía al rubio que estaba bajo suya.
Hizo que el mayor se recostara en el frío suelo, dirigiendo sus labios a lo largo de toda la longitud del cuello hasta llegar a su oído.

-Y...aquí te quedas .-le susurró y sin más se incorporó. Pero sus ojos no vieron la chaqueta tirada en el suelo y como no pudo ser de otra manera, se fue de morros contra el suelo.

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Lun Jun 14, 2010 12:22 am

Bien, ya todo estaba en posición. Todo, absolutamente todo estaba como él quería. No es que Kallendra precisamente fuera a hacer, pero siempre era mejor estar prevenido y evitar que se fueran y le dejaran con el calentón del quince. Pero mientras esperaba alguna reacción no deseada, Kael seguía con su tarea de darle placer a Kallendra a través de sus caricias, mientras él disfrutaba de sus besos a ciegas que la rubia le daba. No iba a permitir que una paranoia de esas estilo películas interrumpieran su buen momento con la chica. Pero, algo sí había aprendido desde que vivía en Canadá. Y era el hecho de que jamás confiaras en una chica así, y menos cuando dice que te odia.
Nada sacaba a Kael de su lujurioso trance. La chica sabía muy bien en dónde debía besar y en dónde podía dar más deseo. La lengua vagaba lenta y jugosamente por el cuello. Su visión era cero por el momento, y eso era una de las cosas que más hacían sospechar a Kael. Que quería evitar que mirara cuando ¡Pium! Kallendra desapareciera sin decir nada de nada. Dejó que Kallendra le acostara en la fría piedra. Y una sonrisa se mostró cuando le dijo que ahí se quedaba. Se levantó de golpe, mirando divertido a una golpeada Kallendra. Había pensando perfectamente. Había adivinado lo que la rubia tenía pensado hacerle.

- ¿Crees que soy tonto? -Pregunta con una de sus mejores sonrisas, poniéndose de puntillas para poner bruscamente a Kallendra con la cara descubierta, ya que se había caído de frente- ¿Crees que podías engañarme, Di Salvo? Algo que debes aprender es que "Nunca debes confiar en nadie, así sea con quien te acuestes." Te tengo que dar clases, ya que eres una vergüenza en nuestro mundo -se burla, agarrando su chaqueta-. Pero mientras tanto... -Una grotesca sonrisa se dibuja en sus labios. Estruja como puede su chaqueta, amarrando juntas ambas manos de la rubia- Vamos a divertirnos un rato, ¿quieres? -Pregunta, en un susurro pasional, acercando a Kallendra a él, atraída hacia él por lo sobrante de la chaqueta.

por **Kallendra E. Di Salvo** Lun Jun 14, 2010 3:46 pm

Realmente era una verdadera lástima tener que dejar al rubio así, porque ella también se quedaría con las ganas; no todos los días tenías la oportunidad de acostarte con alguien conocido de aquel gremio que ambos compartían, pero sus ganas de joder -no en el sentido de fornicar, claro- eran más fuertes aún.
Después de haber regado todo aquel pálido cuello con húmedos besos y mordiscos, de los cuales más tarde aparecerían marcas de la pasión que había imprimido en ellos, fue la gran puesta en escena. Pero ésta no salió bien. Seguidamente de susurrarle dichas palabras, se levantó del regazo del rubio con claras intenciones de aandonar el lugar tan rápido como fuera posible, pero la chaqueta del mayor le impidió la huída.

Estando bocabajo como estaba, no le dio el suficientemente tiempo de reaccionar e incorporarse, por lo que el mayor fue más rápido que ella y apresándola de uno de sus delgados brazos, la volteó; dejado a ambos frente a frente. A la mierda todo.

-Un poco tonto si que pareces, para que mentir .-ya que la había cagado, por un poco más que se pasase no pasaría nada.--¿Acaso te crees la gran cosa? ¿Clases tú a mi? ¿De qué, de estupidez? .-vamos, que se rió en su cara más que otra cosa. Se revolvió como un animalillo salvaje cuando le apresó las muñecas con la chaqueta que anes había impedido su huida. ¿Pero qué se creía que iba a hacer?-¿Acaso vas a violarme, Baker?

por **Kael Q. Baker-Arnolth** Lun Jun 14, 2010 6:01 pm

La mirada de Kael no mostraba otra cosa que puro deseo. Pura lujuria. Pero eso con Kallendra hasta un animal lo mostraba. Ya la tenía justamente en donde él quería. Sin huida, sin tener a dónde ir, que le complaciera hoy. Aunque tampoco le molestaría volver a montar la escena en un par de días, semanas, o quizás meses. Sus ojos estaban fijos en los de Kallendra, azul contra azul. No apartaría su mirada y no la dejaría ir si no hacían lo que él quería, claro estaba. Pero tal vez ese no fuera el mejor modo de tener a la rubia con él. Iba a efectuar una violación, como ya la rubia había dicho. Pero no, no iba a hacer eso. Iba a persuadir a la menor fuese como fuese.
Aparte, se burlaba de él. Se mofaba de él en sus propios cachetes. Eso ya era mucho lo que Kael estaba tolerando, ya la chica estaba comenzando a tocar seriamente los cojones. Pero él se quedaba tranquilo, peligrosamente tranquilo, como si aquellos comentarios insulsos resbalaran de su memoria. Como si el viento se los llevara apenas los oídos de Kael les interceptara. No borraba la sonrisa, esa sonrisa socarrona seguía en el mismo lugar. Ve tú a saber lo que pasaba en esos momentos por su cabeza...

- ¿Y qué es lo que te hace pensar que soy tonto, Di Salvo? -Mucha tentación para una sola persona, y más en un día- No me conoces lo suficiente para saber qué tan peligroso puedo ser -estaba acercando cada vez más a Kallendra hacia su cara, a punto de besarla cuando menos se lo esperara-. Clases de actuación -contesta impaciente, poniendo una de sus manos en la pierna de la chica, dándole suaves y gráciles caricias. Con una delicadeza jamás utilizada-. No, violarte, no -dice en un susurro cargado de deseo, acercando los escasos centímetros de distancia que habían entre ambos, quedando a sólo milímetros de distancia entre ambas caras-. Dejémonos de jueguitos, sabes perfectamente que deseas lo mismo que yo -y sin ningún tipo de aviso, le da un beso con -por ahora- una lentitud asombrosa. Dejando que saboreara su boca.

por **Kallendra E. Di Salvo** Lun Jun 14, 2010 6:56 pm

Desde fuera, aquella situación que se estaba dando entre unos arbustos del cementerio, podía resultar el prototipo de una película porno; donde la chica se había portado mal con su amo y éste la castigaba. Para los adictos al sadomasoquismo, esa era una de sus mayores fantasías. Pero para Kallendra, en ese momento, de fantasía tenía poco. Su orgullo estaba siendo pisoteado, tanto el propio como el de mujer. Y lo peor, era que la mirada encendida del rubio, que destilaba puro deseo y lujuria, causaba estrasgos en ella. Esos ojos azulados, que se la comían con la mirada y le dejaban entrever sus más oscuras intenciones hacia ella, hacían que dentro de ella la duda se sembrara. Se dejaba llevar o no. Una sencilla y a la vez difícil decisión.
Cuando ambos pares de ojos chocaron, la mirada de ella dejaba ver desafío, pero también la duda que tenía. Un defecto que siempre le causaba una mala jugada era aquél, sus ojos reflejaban cualquier tipo de sentimiento que habitaba en ella, sin poder ocultarlo. Por mucho que le insultara, que se metiera con su cordura, la expresión del rubio no variaba; se mantenía imperturbable como si aquello le entrara por un oído y le saliera por el otro.

-Rectifico, no sólo tonto sino además, promiscuo Very Happy

.-¿lo siguiente que dijo sonó como amenaza? ¿Creía que iba a asustarle? .-Quizás lo que intento es descubrir hasta que punto eres de peligroso...-susurró mientras le miraba fijamente.-¿Clases de actuación? Gracias, pero creo que no las necesito .-¿Y qué era eso que le rozaba la pierna? Agachó la mirada y se topó de lleno la mano del rubio acariciando con una extraña delicadeza y suavidad su pierna. Si seguía así, iba a hacer que la chica se derritiese. ¡Y eso era lo que no debía de pasar!
Y para qué negarlo, las palabras de él fueron como un jarro de agua fría. Sí era verdad, no podía engañar a nadie con sus palabras. No por nada, no había hombre que más la encendía que el prototipo malote. El beso no la pilló por sorpresa e imitándolo, lo correspondió con la misma pasmosa lentitud, saboreando la boca ajena y jugando con su lengua.

por **Neftis B. Lekker** Vie Jun 18, 2010 11:42 am

Hoy estaba un poco melancólica, esa semana habían pasado tantas cosas que hubiera deseado que su madre hubiera estado presente para guiarla o al menos para reconfortarla.

Losille caminó por el cementerio como aquél que va a pasear al parque, siempre que quería pensar se daba una vuelta por ahí y visitaba la tumba de su madre.
Se paró frente a una lápida cuyo grabado indicaba que allí descansaba la difunta señora Lekker.

Con cuidado, extrajo las flores del jarrón que ya estaban secas y las depositó en la papelera más cercana. Después colocó un par de margaritas en el jarrón y se quedó sentada en la hierba de delante de la tumba, con los brazos se rodeó las piernas y colocó su barvilla sobre sus rodillas. El cementerio, lugar de reposo para su cabeza. Los muertos al menos no pensaban.

por **Kyle S. Zeelth** Vie Jun 18, 2010 12:00 pm

El cementerio, lugar de los caídos. En él se encontraban enterrados sus padres, ambos en el mismo nicho, compartiendo hasta en la otra vida su amor. Menos mal que en él ya no cabía uno más, así el en el momento de su muerte tendría una tumba para él solito; tres eran multitud. Pero Kyle no estaba allí para ver la lápida de sus padres, iba al entierro de uno de los suyos; más concretamente de Gorila I. Había muerto en un tiroteo, a causa de un fallo en las cuentas de la mercancía que debían de transportar. Siempre se corría ese tipo de riesgo en el trabajo de ellos.

Fue una "ceremonia" corta, en donde sólo se encontraban los que estaban bajo su poder y poco más; ni la madre ni los familiar del hombre habían acudido, pues ni idea tenían de la muerte del pobre muerto. Terminado el hecho en sí, se despidió de los demás con un gesto con el brazo y echó a andar hacia la salida, entremezclándose por las tumbas. En uno de los cruces, se tomó a la castaña que conoció en el parque; sentada en la hierba y enfrente de una lápida.

-Hola, castaña. ¿No crees que es poco normal pasarte las horas muertas en el cementerio?

por **Neftis B. Lekker** Vie Jun 18, 2010 12:10 pm

¡Leches! Dió un respingo al momento en que se giraba en dirección a la voz. Abrió los ojos sorprendida de encontrarse ahí al moreno. Otra vez la sonrisa estúpida pobló su rostro. Había vuelto a asustarla, el mismo podía catalogarse de fantasma, seguía sin escuchar sus pensamientos, aunque si que reconocía cierto sentimiento de seriedad y, por que no, cierta pena contenida.
Rió por el comentario, ciertamente era bueno.

- Ese comentario lo catalogao con una nota de sobresaliente-comentó mientras se levantaba de la hierba y se incorporaba- hola Kyle-sonrió-¿alguna vez me encontrarás en alguna circunstancia "normal"?- preguntó en voz alta aunque verdaderamente la pregunta iba más hacia ella que hacia el moreno - aunque tendría que haber sido previsora-comentó- ya me dijiste que nos volveríamos a ver ¿qué tal todo?- pregutó metiéndose las manos en los bolsillos.

por **Leizel S. Valentine** Mar Jun 22, 2010 6:59 pm

Leizel acabó -casi sin pensarlo- en el cementerio. Bueno, así al menos encontraría un lugar tranquilo y poco transitado en el que descansar de los agobios de las calles. Allí era muy difícil -casi imposible- cruzarse con alguna persona, y siempre se respiraba una paz y una tranquilidad casi hipnotizantes, justo lo que le hacía falta en aquel momento.

Estuvo un buen rato paseando por las tumbas, fijándose sin mucho interés en los nombres que había inscritos en las lápidas de piedra. En algunas había también escrito la edad, y a Leizel se le formaba un nudo en la garganta al ver la corta edad con la que algunas personas habían muerto. Tomó aire y continuó caminando por aquel laberinto macabro hasta que llegó al lugar de los parteones. Supuso que en aquel sitio no iba nadie regularmente, ya que las flores estaban marchitas y el polvo y la suciedad se acumulaban en las puertas.

Entonces, lo hizo. Notó el típico cosquilleo en las palmas de las manos, y un torrente de electricidad recorriéndole la columna vertebral. Era una sensación casi placentera la que empezó a dominarla ahora, provocándole algunos pinchazos en diversos puntos muy concretos del cuerpo. Pero era soportable. Y entonces, toda ella empezó a cambiar.

Sus extremidades, su cuerpo, su tamaño, su cara. Todo empezaba a menguar y a hacerse cada vez más y más pequeño. El pelo empezaba a brotar por todos lados y su nariz y su boca empezaron a formar un pequeño hociquito. Sus ojos -azules ya de por sí- se transformaron en otros completamente, salvajes pero inocentes. Sus orejas se colocaron en lo alto de su cabeza, ahora puntiagudas, peludas y rosadas. Su coxis se empezó a prolongar, saliendo por detrás en forma de cola, en la que el pelo también empezaba a crecer.

Sí, Leizel había cambiado su forma, a su transformación gatuna. Hacía ya varios meses que no lo hacía, y el haberse "metamorfoseado" ahora le daba una sensación de paz y tranquilidad. Tal vez así la acogiera alguien. Se lamió lentamente una pata, ahora peluda, pequeña, y recubierta de pelo blanco.

por **Catherine O'Connor** Mar Jun 22, 2010 7:14 pm

Necesitaba relajarse. Pero no del modo: en tu cuarto con la música y el sonido de fondo de los vecinos echándole la bronca a su hija por haber suspendido las matemáticas, sino del modo: paz y tranquilidad sin nadie al rededor para venir a perturbarte. Y el único lugar en el que se podía permitir éso, era el cementerio. A pesar de que nunca le habían gustado demasiado por el hecho de caminar sobre piedras o césped en los que, bajo sus raíces, había un montón de ataúdes con otros tantos muertos acechándola y vigilando cada paso que daba. Tenía muy asumido que estaban muertos, pero aún así, creía en fantasmas. Y siempre que se acercaba a un cementerio esa creencia aumentaba con creces.
Más de una vez había creído oir a una niña reirse, o a alguien maldiciendo y quejándose. Puede que solo fuera su imaginación, pero también era posible que no lo fuera. Al menos así pensaba ella.
Tras vagar por las infinitas filas de lápidas, decidió entrar en uno de los panteones. Si en los cementerios apenas había un alma -metafóricamente hablando- en los panteones aún menos. La gente solo iba a visitarlos cuando se les moría un familiar y tenían que enterrarlo, entonces cambiaban las flores y lo dejaban todo como nuevo. Pero si durante el tiempo suficiente no moría nadie, un panteón era el peor lugar para ir a soñar con hadas y lugares felices. Ese lugar apestaba, y las flores -que un día fueron rojas- estaban totalmente marchitas.
Se encontró con un gato blanco y peludo de ojos azules. Le encantaban los gatos. Estaba en una esquina del pequeño lugar, así que se sentó con la espalda apoyada en la pared y empezó a cariciar al minino con suavidad.

por **Leizel S. Valentine** Mar Jun 22, 2010 7:22 pm

De repente, sin comerlo ni beberlo, alguien le toquetea la cabeza. Ya estaba acostumbrada a que todo el mundo, en su faceta gatuna, le acariciara y le dijera lo mona que era y todas ésas cosas, así que simplemente se deja acariciar, esperando el momento oportuno para entrar en acción. No tenía ninguna intención de asustar a la chica, pero tampoco pensaba estar todo el rato así. Ella también parecía aburrida, y a lo mejor resultaba una buena oportunidad para conocer a alguien que no se quedara empanado por allí.

Aunque, a lo mejor, si había acudido al cementerio, alguna razón tendría. ¿Y si ahora le daba un infarto o algo así por transformarse en humana de repente? Lo mejor sería esperar. La gente solía hablarles a los animales cuando se encontrara sola, y a la mínima frase que pronunciara la chica, correspondería en su faceta humana. Así que se limitó a dirigirle una mirada clara, serena, y lo más limpia posible. Se notaba que era una gatita bien cuidada, pero que llevaba varios días sin comer, pero que, dado su espeso pelaje, no se le veían las costillas -ya marcadas por el paso del tiempo sin comer-.

por **Catherine O'Connor** Mar Jun 22, 2010 7:34 pm

Siguió acariciando a la gata y, con un suspiro, echó la cabeza hacia atrás. Menos mal que se había sentado al lado de una pared, si no ya estaría saltando y huyendo del lugar. Una cosa era que los respetase y, otra muy distinta era apoyar su cabeza contra la suya -aunque estuviesen separados por una pared de hormigón y una caja de madera-.
No es que fuese la típica chica a la que te encuentras hablando con cualquier bicho que se encuentra, pero ese gato parecía realmente listo, y daba la sensación de esperar a que Cath hablara. Así que no hizo esperar al minino y empezó a reflexionar en voz alta.
- Quizá no debería quedarme aquí, quizá solo debería un par de semanas más e irme con los chicos a terminar las grabaciones a otra parte.- No es que no le gustara esa ciudad. Pero conocía a gente muy extraña y ella, a la vez, se comportaba como una extraña. O, tal vez, su verdadero yo había salido a flote.
Como si esperara a que el gato - en este caso gata- le respondiera, se quedó mirándola y acariciándole la barbilla. ya le gustaría a ella ser un gato, lo único que hacían era comer y dormir. '¡Qué envidia!' y suspiró con resignación.

por **Leizel S. Valentine** Mar Jun 22, 2010 7:37 pm

En aquel momento, fue cuando Leizel decidió interrumpir. En cuestión de segundos su naturaleza gatuna desapareció dando paso a la Leizel delgada y pálida rubia de ojos azules y con el pelo alborotado. Se queda mirando a la chica con una gran sonrisa inocente, con cara de no haber roto un plato en su vida.

- ¿Eres cantante? Very Happy

- pregunta, sacándose un par de ramitas que se le había metido en el pelo.

Los árboles perdían un par de hojas y flores por allí, y algunos se habían enredado en su pelo, dándole un aspecto más "vagabundesco" a ser posible. Aunque el lujoso collar y las joyas que llevaba encima no eran de vagabunda en absoluto, Leizel esperaba que no la tomara por una chica cualquiera de las de allí. Así que se limitó a sonreírle, y que las primeras apariencias empezaran a surgir.

por **Catherine O'Connor** Mar Jun 22, 2010 7:46 pm

La maldita gata parecía no responder. En cierto modo era normal. No, de todos los modos posibles era normal, lo raro sería que le respondiese. Y, sin comerlo ni beberlo, la gatita a la que estaba acariciando cariñosamente empezó a crecer y crecer hasta transformarse en una chica rubia y con el pelo corto.
Se quedó totalente pasmada y con lso ojos totalmente abierto, como platos. Pues menos mals que no había hablado más de la cuenta, podría haberle contado sus secretos más intimos a una ~~gata~~ tía que no conocía de nada. Era la primera y última vez que le contaba sus penas a un gato. Y a cualquier otro animal.
-S-si, - tartamudeó a duras penas. Y ya, más tranquila, siguió hablando:-¿pero tu ya lo sabías no? Podrías haberme avisado al menos. Me has dado un susto de muerte.-Ya decía ella que la gata aparentaba ser más lista de lo que solía se un gato.- Soy Catherine O'Connor y... ¿tu eres?- Sonrió y frunció el ceño, era la situación más rara de su vida.

por **Leizel S. Valentine** Mar Jun 22, 2010 7:50 pm

Leizel estalló en risas. Bueno, al menos a la chica no le había dado un infarto, ni nada por el estilo. Seguía allí, vivita y coleando, y parecía que se había tomado la situación con bastante sentido del humor. Menos mal que no resultó ser una antipática de ésas que hubiera empezado a gritarle. Entonces hubiera vuelto a su forma gatuna y hubiera salido de allí por patas. La chica parecía maja. Calculó que podrían tener la misma edad, así que le extendió la mano para estrechársela.

- Yo soy Leizel, Leizel Valentine Very Happy

- se presentó ella también, con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba encantada de hacer nuevas amistades por allí -. Es que me gusta escuchar a la gente sin que sepan que yo la estoy escuchando. Me pasa mucho, ¿sabes?

Y se colocó el flequillo bien. ¿Qué le estaba pasando a Leizel? Normalmente hubiera respondido cualquier cosa borde, y la risa de la chica hubiera desaparecido. Tal vez la soledad y el desamparo por las calles la estuvieran cambiando demasiado.

por **Catherine O'Connor** Mar Jun 22, 2010 7:59 pm

No le hizo ninguna gracia que empezara a reirse en toda su cara, pero bueno, suponía que la situación, aparte de rara, era divertida. Por lo que se unió a sus carcajadas. La chica parecía maja, aunque un poco desaliñada a pesar de ese pomposo collar que le colgaba del cuello.
- Sí, bueno. Pero deberías tener más cuidado, si no me hubieras pillado de buen humor te habría matado por cotillear e mi vida privada. Supongo que no importa, lo único que ocurre es que no volveré a confiar en los gato nunca más :nono:

- Sonrió ampliamente.-Encantada de conocerte.-No iba a enfadarse con ella, además, antes de dejarle decir nada más que la comprometiera, se había transformado. Y tenía que tomárselo como un gesto de buena fe. Al fin y al cabo, si hubiera sido ella, seguramente habría dejado que hablase y hablase, para después largarse como si nada. Así hacía feliz a todo el mundo y ella no tendría porque decir nada. Leizel había desaprovechado su oportunidad. Aunque, como ella había dicho, le gustaba escuchar sin que la gente supiera que lo hacía, éso significaba que conocía los secretos más oscuros de alguien. Puede que le preguntara en algún momento.
Iba siendo hora de que se marchara o la echaría en falta e irían a buscarla. así que con un gesto de la mano se giró y volvió por donde había venido.-Hasta otra.-Dijo mientras se perdía entre las sepulturas.

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La última vez que había ido al cementerio a relajarse no lo había conseguido, pero esta vez tenía la esperanza de que le funcionara. Necesitaba estar sola y poder pensar, hablar en voz alta consigo misma y esas cosas. Pero si se cruzaba con un solo gato huiría de él.

Vestía con su atuendo habitual: sudadera negra con la capucha puesta, shorts y sus nike preferidas. Sí, ya se que es raro llevar shorts con el frío que solía hacer en Copenhague, pero era bastante aguantable y la pelirroja estaba acostumbrada a él. Ya que donde solía vivir raras veces veía la luz del sol.

Se centró en buscar algún lugar en el que poder sentarse sin que ningún ser viviente se le acercara, hoy no estaba de humor. A lo lejos vio un gran árbol con bastante espacio al rededor, lo suficiente como para no sentir que las tumbas se le echaban y encima y venían a por ella. No entendía porque teniendo tanto ~~miedo~~respeto a los muertos se iba a un cementerio a pensar en sus cosas. Era como decirle a la muerte: '¡Eh, tú! Aquí estoy, ven a por mí.' Si algún día lograba entenderse a sí msima montaría una fiesta.

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